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J U L I O 2 0 1 0


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Hace muchos años que este viaje nos estaba esperando. La idea de viajar a la isla donde nació Rehana estuvo presente, rondando en nuestras cabezas, prácticamente desde que nos conocimos. Pero ya fuera por el recrudecimiento de la guerra, por el Tsunami del 2004, o por la pereza de vernos obligados a visitar a familia y demás, lo hemos ido posponiendo años tras año. Este verano finalmente vamos a cumplir con una gran ilusión y visitar Sri Lanka.


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jueves, 15 de julio de 2010

Luiérnagas en el jardín.

Día 15, Kandy.
Me gusta Kandy. El clima, el paisaje, la comida, la gente... Es una ciudad bonita y quizá por ello exclusiva, pero ello no lo quita encanto. No todo el que aquí vive tiene pasta, ni mucho menos, pero sí que es cierto que la mayoría de casas pijillas pertenecen a gente adinerada de la capital. Para muchos es una segunda residencia a lo Mallorca. Aún así Kandy mueve dinero, hay negocio, hay dinamismo económico.
Es famosa también por ser un centro de peregrinaje muy importante en Sri Lanka. Aquí se encuentra, al lado del lago artificial que centraliza la ciudad, el Templo del Diente Sagrado. Es el templo budista más importante del país pues posee la reliquia del supuesto diente de Buda, extraido de su pira funeraria antes de arder y lo trajeron después de mil peripecias, a Sri Lanka. Cualquiera se lo cree, no? pues como lo de Santiago! La cuestión es que aquí vienen budistas de todo el país y de otros países a peregrinar. Dicen que como en la Meca, los budistas tienen que venir al menos una vez en su vida. Hay unas medidas de seguridad exageradas porque hace unos años un tigre tamil se inmiló ahí mismo. No  hemos entrado porque nos cuesta casi 20 euros y no es más que un templo como otro cualquiera que hemos visto y que tiene un supuesto diente de Buda que ni se ve. Se decía que quien lo tenía y lo protegía podía dirigir firmemente el país. Por ello quizá tanto interés.
El día de hoy ha sido interesante en algunos aspectos y decepcionante en otros. Por la mañana, después de desayunar y callejear un poco por Kandy, nos hemos ido a Rambukkana, un pueblecito a media hora situado en medio de la jungla, donde vive, muy muy humildemente el militar que encontró Shashi en Jaffna y que nos sirvió de salvoconducto, como suena eso eh?, para entrar a la base militar y demás. Nos dijo que cuando estuviéramos por aquí lo llamáramos que quería invitarnos a comer a su casa. Otra vez una gran muestra de la hospitalidad que tiene esta gente, es increíble. Aún y ser militar y de los que se juegan la vida, os lo aseguro, no tiene mucho, una casa de obra vista a medio construir en el corazón de la jungla.
Tras dar una vuelta por el mercado local, auténtico a más no poder, y comprar algunas bebidas y tal, hemos llegado a su casa y nos han servido, así de sopetón, una comida buenísima, arroz, dal, pescado seco, pescado salado, cerdo, papadoum, un pol sambol distinto al de siempre y otras salsitas que no conocía y había probado. Muy bueno todo. Hemos comido genial y hemos charlado de un montón de cosas sobre la guerra muy interesantes y sorprendentes. El hombre que teníamos delante, delgado y no muy alto, risueño y divertido, que de tanto en tanto jugaba con sus dos hijos que no dejaban de tirarme la bola para que les diera samba, ha matado a gente y no sólo de palabra. Lleva en el ejército 17 años y ha estado gran parte de esos en el frente de guerra, en la primera línea de fuego. Se ha visto en mil situaciones distintas, ha visto morir a amigos y perder partes del cuerpo a muchos otros. Ha estado en la última gran batalla de esta guerra, que ni mucho menos ha acabado, por lo menos extraoficalmente. Y dirán muchos, bueno un fantasmilla más de los muchos que hay por el mundo. Nada de eso, este hombre que tan pronto cuenta como su mujer está embarazada o le da una colleja al niño que no deja de tocar los güebs, te enseña igualmente en su teléfono móvil fotos y vídeos de la última ofensiva, en los que sale él y demuestran que estuvo ahí. Sin ningún pudor, pues aquí la guerra y la muerte está a la orden del día, nos enseña orgulloso el vídeo en el que acaban de matar al principal cabecilla de los tigres tamiles. No dicen quién fue, ni lo dirán. Pone los pelos de punta ver la escena. El enemigo en cuestión en el suelo, muerto, con un tiro que la ha partido la cara en dos, y como 10 o 15 soldados a su alrededor gritando de alegría unos, y otros, guantes de látex incluidos, le cosen la cara para que se le reconozca y le sacan sangre y dientes para asegurarse al 100% que es el gran tigre en cuestión. Espeluznante. Lo enseña tranquilamente, advirtiendo que no lo puede hacer, pero que confía en que no lo delataremos. Nos pasa fotos de ese mismo día. Piernas descuartizadas, brazos, cabezas con el cuenco craneal literalmente volado. Una carnicería de mierdo. Él estuvo ahí.
Habla igualmente con tremenda franqueza cuando reconoce que la guerra es lo peor de lo peor. Que reclutan a chicos jóvenes, inexpertos en la vida, sin educación alguna y con lazos familiares débiles para garantizar así que harán lo que ellos quieran, que les podrán lavar el cerebro fácilmente y que no tendrán la tentación de abandonar el frente por la family. Les pagan una miseria pero la meta de una pensión a los 50 años es algo que llama mucho la atención. Que no tienen suficientes soldados? Fácil, se van a un pueblecito y obligan a cerrar negocios y empresas. Si no hay trabajo el ejército es una buena solución para conseguir un salario. Todo eso lo cuenta sin tapujos, crudamente.
Se ha distendido un poco el ambiente cuando ha empezado ha hablar cómo construyó la casa que aún tiene a medias, pobre pero muy limpia, cuánto le costó el terreno, una miseria, de cómo saca el agua de un pozo cercano, etc. Tiene una bonita familia, dos niños majísimos y muy habladores, sobre todo el pequeño, una mujer guapa y un tercer niño o niña en camino. Hemos tomado el té, costumbre muy propia de estos barrios, y cuando se ha hecho ya medio tarde hemos decidido, al fin por no dar más la tabarra, levantar el culo de la silla.
Tras las despedidas hemos vuelto a coger el camino de cabras hacia la carretera principal que conecta con Kandy. Teníamos previstas dos paradas más, una en un jardín de especias, donde podríamos ver cómo crecen, se extraen y procesan las distintas especias, y un orfanato de elefantes muy famoso, donde poder ver e interactuar con los paquidermos, el mamífero terrestre más grande, por si alguien aún creía que era al Antón de la calle del Vips.
El jardín ha resultado ser una basura. En vez de enseñarnos un jardín como Dios manda, y sin tener que ser el del Edén, y explicarnos de dónde provienen las especias y qué se hace con ellas, el pavo, nos ha dado una minivuelta casi sin dejarnos ver nada para luego intentar vendernos productos cosmético-curativos que se hacen con las especias, rollo ayurveda, la medicina natural tradicional srilankesa que ahora está tan de moda. Que si cremitas reductoras, que si cremitas depiladoras, que si aceites crecepelo, que si bálsamos afrodisíacos. A tomar por culo! Nos hemos pirado obviamente sin ni mirar los productos exhorbitadamente caros que nos quería colocar. Ya iremos a otro jardín auténtico.
Con los elefantes, pues más de lo mismo, es decir, poca cosa también. El orfanato en cuestión, uno de los más famosos del mundo, es carísimo, más de 25 euros. En realidad poco se hace allí. Se observa a los animales, se les toca, se les da de comer y nada más. Son elefantes que han sido rescatados del duro trabajo al que estaban sometidos ya fuera por viejos e inservibles o por inútiles debido a alguna lesión. Ahí se les reintegra en la vida pseudo-salvaje y se les protege. Viendo lo que había, y habiendo tenido la suerte de ver a auténticos elefantes salvajes el otro día viniendo de Polonnaruwa, hemos decidido ahorrarnos el pastón y no entrar. Sí hemos visitado, en cambio, otro pequeño orfanato, mucho menos conocido y con muchos más problemas para subsistir, que está al lado y ofrece la posibilidad de poder bañar al elefante e interactuar con él por poco más de 4 euros. Hemos entrado y bueno... Sí es cierto que cuidan a los animales, pero los tienen atados y no del todo en muy muy buenas condiciones. Aún así no están trabajando, es cierto, pero me ha parecido que ahí la peña, más que ayudarlos lo que quería era sacarles provecho económico como atracción turística. Así son las cosas aquí. Todo tiene un precio y todo es susceptible de ser explotado económicamente.
Hoy extrañamente no ha llovido en Kandy. Las luciérnagas brillan en el jardín y se confunden con las estrellas. Qué belleza tan bárbara! Me voy a dormir.

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