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J U L I O 2 0 1 0


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Hace muchos años que este viaje nos estaba esperando. La idea de viajar a la isla donde nació Rehana estuvo presente, rondando en nuestras cabezas, prácticamente desde que nos conocimos. Pero ya fuera por el recrudecimiento de la guerra, por el Tsunami del 2004, o por la pereza de vernos obligados a visitar a familia y demás, lo hemos ido posponiendo años tras año. Este verano finalmente vamos a cumplir con una gran ilusión y visitar Sri Lanka.


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viernes, 30 de julio de 2010

Clubbing y vuelta al principio.

Día 27, Colombo (Mount Lavinia) - Negambo.
Hemos dormido poco. Nos acostamos a las 3 y pico de la mañana. Al final salimos con los amigos de Rehaza y la verdad es que lo pasamos bien y vimos la otra Sri Lanka, la Sri Lanka de noche, pija y exclusiva.
Sobre las 11 nos recogieron y en un plis plas, con la carretera totalmente despejada, nos plantamos en el centro. La pareja amiga de Rehaza tiene pasta y son unos pijines de cuidado. En realidad ella tiene pasta y él contactos. Aquí todo funciona así, por los contactos. Ellos mismos lo admiten, si no tienes contactos y por supuesto dinero aquí no eres nadie. Es así desde hace mucho tiempo, desde la época colonial, una buena herencia británica. Así que para tomar algo y salir a bailar o conoces a alguien con pasta y conocidos o te metes en un antro de mala muerte y con suerte sales vivo. Colombo es la única ciudad con verdadera vida nocturna aunque dispone de tan solo unos pocos locales o clubs, como aquí los llaman, donde poder acudir. Lógicamente no va cualquiera ahí, primero por lo que cuesta entrar (unas 1000 rupias), luego por el dress code (vestimenta adecuada), y finalmente y lo más importante por la pertenencia o no al club, el ser member, socio. Todo es muy elitista y lo que aquí vale es el aparentar constantemente.
Nos han llevado primero a tomar algo y comer un snack a un club de rugby que tiene más de 100 años. No recuerdo el nombre. Es el típico club de universitarios Alfa Beta Gama y Zeta Peta donde los estudiantes y ex estudiantes que juegan o jugaban en el equipo se reunen para ver los partidos o para charlar y beber. El campo está debajo del club y en el hall cuelgan las fotos de cientos de antiguos honorables miembros. Todo muy Príncipe de Bel-Air. Para entrar nos han pedido nombre y firma y es que cada miembro sólo puede entrar a unos cuantos invitados. Endogámico a más no poder. Música en directo, mesitas con cómodos sillones, camareros que te hablan a cau d' orella para preguntarte algo como si fueras alguien o traerte la cuenta, cerveza de importación y cada cual con su propia botella para beber. Así yo también quiero ser estudiante toda mi vida!
Cuando se han cansado del sitio nos han llevado a otro club pero este más de baile que social. El Clancys, otro club, de cricket en este caso, con entrada restringida a miembros o conocidos de socios, que tiene un local muy guapo, no muy grande, con buenas mesitas, buenas bebidas, música con buen Dj y banda en directo. Todo en uno y todo muy bien. Como he dicho antes aquí la peña tiene su propia botella de alcohol. No se piden un cubata, se piden su botellita y un refresco y van tirando hasta que se acaba y compran otra y ahí se queda hasta que ellos la piden. Como señores. Y en realidad eso es lo que quieren sentirse como señores y pagan para que los traten así, tengan más dinero o menos. En este mundillo las apariencias son a veces más importantes que la realidad.
En el lavabo un señor lipmiaba. Me saludó al verme entrar y me abrió la puerta del excusado. Al salir, me encendió el grifo de agua para que no se me olvidara limpiarme las manos, y con una amplia sonrisa, al acabar, me ofreció papel para que no me las secara en el pantalón. A eso se le llama ser servicial. Es sólo una pequeña muestra de cómo son estos clubs.
Después empaquetar y dejar el apartamento hemos parado para saludar, dar las gracias por todo y comer y beber por supuesto, en casa del padre de Saroj, guapa y grande pero bastante dejadilla, aunque impoulta si se compara con otros lugares no muy lejanos. También nos hemos acercado luego a una de las muchas casas que tiene por aquí al lado una de sus tías, la que nos dejó la magnífica casa en Kandy, para igualmente darle las gracias por su amabilidad. La casita en cuestión guapísima: abierta con muchos grandes ventanales, un suelo de cemento lustrado increible, y una decoración de jarrones y objetos antiguos chulísima. Eso es tener dinero y buen gusto! Hemos enfilado tras charla charla y más charla hacia el pueblo de la familia de Rehana.
Estamos ahora en Negambo asqueados perdidos aunque no sé de qué nos sorprendemos si encontrar esto es lo que esperábamos. La casa no está mal pero está infestada de mosquitos, tiene un jardín descuidado y de ahí proceden todos. La habitación tiene un catre horrible, viejo y pestilente a un olfato mínimamente delicado, una triste y lúgubre luz que no alumbra y en general un aspecto simplemente asqueroso. Llevamos ya muchos días fuera de casa y lo que menos apetece es volver a lo mismo, al principio, a soportar y sufrir lo que en un inicio no teníamos más remedio que aguantar. Pero ahora ya no hay ganas. Me siento un poco como si estuviera en Pekín Express, llamando a hoteles, chequeando precios, buscando a amigos de conocidos que puedan ayudarnos con algo. Pero nada. Si la suerte no lo arregla dormiremos, si es que podemos dormir, aquí. Pero mañana, cueste lo que cueste, nos largamos. Seguro.
Renu y Mystika, la madre y la tía de Rehana, están cocinando nodles con verduritas y gambas. Por lo menos nos llevaremos algo bueno pal cuerpo. Lo malo será cómo nos sentará la digestión.

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