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J U L I O 2 0 1 0


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Hace muchos años que este viaje nos estaba esperando. La idea de viajar a la isla donde nació Rehana estuvo presente, rondando en nuestras cabezas, prácticamente desde que nos conocimos. Pero ya fuera por el recrudecimiento de la guerra, por el Tsunami del 2004, o por la pereza de vernos obligados a visitar a familia y demás, lo hemos ido posponiendo años tras año. Este verano finalmente vamos a cumplir con una gran ilusión y visitar Sri Lanka.


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viernes, 30 de julio de 2010

Poco que hacer.

Día 26, Colombo (Mount Lavinia).
La idea era hacer hoy un día de playa y relax pero tras la vuelta que nos dimos ayer por la tarde por la playa de Mount Lavinia, una de las mejores de la zona a la que acuden normalmente los colombinos para evadirse de la capital, he cambiado de opinión. La verdad es que aunque me apetece ir a la playa, necesito color por Dios, no mi piace molto estirarme al lado de los perros, las cagadas, las pulgas, la mierda variada de la arena y los pesadísimos vendedores de todo. Me acuerdo ahora del monólogo de Tony Moog sobre la playa de la Barcelo - Neta, que pim que pam. Quien la pillara ahora!
Con este panorama, tras desayunar Rehana y yo en The Fab, una de las mejores pastelerías de Colombo, hemos decidido largarnos hacia la ciudad a callejear un poco y por supuesto a mirar tiendas, para que nos vamos a engañar.
Hemos sudado de tuk tuk y nos hemos metido en unos de esos miles de buses suicidas que pitan y pitan sin parar. El precio genial, 15 rupias por cabeza, y aunque se tarda un pelín más y se va algo más apretujadillo, según la hora, está bien porque se ve todo desde otra perspectiva y se mete uno mucho más en el país, ya sea hablando con la gente u oliendo sus sobaquitos. Intercambio de información en cualquier caso.
Hemos hecho ruta por las zonas de compras y de paseo típicas de Colombo. De MC al pijísimo Criscat, donde se encuentra el Cinnamon Grand, el Hotel más lujoso de la ciudad, al que da miedo sólo acercarse. Por ahí sólo se mueve la creme de la creme y los turistas con panoja. Se pagan precios igual o superiores a los europeos y la cuestión es que aquí la peña que tiene, tiene, y los paga tranquilamente. Viven con los lujos y las necesidades de occidente y no les importa nada pagar por ellos. Además les parece de lo más normal.
Mientras estas mujeres chafardeaban aquí y allá me he salido fuera porque he visto que pasaba una procesión hundú, a plena luz del día. Esta gente tiene procesiones para todo y parece ser que en estos días se celebran muchas de ellas. Ha sido curioso. La comitiva la abría un grupo de músicos-bailarines tradicionales srilankeses. Tras ellos un grupo de chicos, todos jóvenes, bailaban como locos casi en estado de éxtasis, juntos, al pelotón, al contacto e incluso al sobeteo, y no quiero pensar mal, cuando sonaba la música de otros tantos instrumentos que los seguían atrás. Alrededor un montón de hombres igualmente vestidos para la ocasión con sarón blanco, esa especie de falda que llevan y que se recoge a su gusto, siguiendo la procesión pero sin participar en ella. Parecía una ceremonia ritual en la que los chicos estaban muy contentos por algo. He preguntado pero nadie ha sabido decirme exactamente qué significaba todo aquéllo. Cerrando todo pasaba una carroza llena de incienso, flores, caballitos rollo feria gitana de Calafell Pueblo años '90, y mujeres al final de todo. Curioso.
Con el hueco en el estómago nos hemos comido un gran Buryani en uno de los muchos restaurantes económicos que hay a los pies del edificio y hemos seguido de ruta por las muchas tiendas que hay por Galle Road, la gran y larga calle en la que se cuece todo. Tiendas de saris, de Dvd's, de objetos tradicionales hechos a mano, y peluquerías... sí, peluquerías. Necesitaba ya un corte de pelo y me he metido en una que por 500 rupias, unos 3,5 euros, me han dado un pelao estilo chino que flipas. Si lo sé me rapo. Con este corte de pelo paso inadvertido ya casi casi en cualquier lado.
Para avituallar la pateada, parada técnica en Mc Donalld's. Creo que el primer pedazo de carne con un tamaño proporcional a mi apetito que me meto en todo el viaje. He deborado la Big Mac en un periquete. Menú entero 3 euros. Guay. Impresionante ver a las mujeres árabes con el burka puesto, que por aquí hay muchas de visita, haciendo peripecias para comerse una burguer con la cortinilla puesta. Por Dios es antihumano que vivan de esa manera. Madres, hijas y abuelas, todas detrás del panzudo barbudo bien tapaditas, vistiendo de Gucci y de Nike , eso sí. Incomprensible en nuestro mundo, se mire por donde se mire. Contrastes que hay que ver.
Finalmente hemos llegado a las puertas del MC y ahí nos hemos montado como hemos podido en otro bus atiborrado de gente. No nos hemos podido sentar y hemos hecho brazos en la barra con cada frenazo. Pero este bus ha molado mucho más que el de la mañana. Estaba tuneado y tenía la música a tope, música de aquí pero guapa. Tras media horita de apretujones y calorcito del bueno estábamos en Mount Lavinia.
Son casi las 7 y media y acabamos de llegar. La ducha ha sido reparadora y el cuerpo la ha agradecido. Medio kilo de pura mierda de Colombo se ha perdido por el desagüe. Estoy aquí relajadito de puta madre viendo la tele. No dan nada en condiciones. La tele srilankesa es horrorosa, menos mal que pillamos algunos videos musicales en inglés y nos entretenemos. Lo malo es que acaba de llamar una amiga de Rehaza diciendo que nos pasan a buscar a las 10 y media o así para salir, dar una vuelta por la noche de Colombo, tomar algo y pegarnos unos bailes. La verdad es que ahora mismo, tal y como estamos aquí de apalancaditos, Lion en mano, da mucho pero que mucho palo pero también sería interesante no perderse una oportunidad como esta de disfrutar la noche de Sri Lanka con gente de aquí, conocedores del lugar. Ya veremos cómo lo arreglamos.

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