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J U L I O 2 0 1 0


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Hace muchos años que este viaje nos estaba esperando. La idea de viajar a la isla donde nació Rehana estuvo presente, rondando en nuestras cabezas, prácticamente desde que nos conocimos. Pero ya fuera por el recrudecimiento de la guerra, por el Tsunami del 2004, o por la pereza de vernos obligados a visitar a familia y demás, lo hemos ido posponiendo años tras año. Este verano finalmente vamos a cumplir con una gran ilusión y visitar Sri Lanka.


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lunes, 19 de julio de 2010

Puerto de montaña. Té.

Día 17, Nuwara Eliya - Ella.
Tenemos un grano en el culo. En realidad tenemos un gran grano en el culo que molesta un huevo y medio. Es increíble el por culo que están dando los turistas, tanto el bebé como la marquesa como han sido ya oficialmente bautizados según el rito srilankés de escupir fuego a sus espaldas y ponerles cara de poker cuando están delante. Por algo los srilankeses tienen fama de ser los mayores traidores y asesinos del mundo... o eran los rusos? Bueno lo mismo da, la cosa es que estamos negros de ellos. Se suponía que íbamos a estar 2 noches en Nuwara Eliya, que no es que tenga mucho que ver, pero íbamos a patear un poco el monte y relajarnos al fresco. Finalmente hemos estado 1 sola noche, a disgusto y con las prisas por salir.
Al parecer después de coger la Guest House, que a todos nos pareció correcta, sin grandes lujos pero correcta, a la parejita les molestaba el olor de la moqueta, les parecía fea y sucia la habitación y pensaban que hacía mucho frío. Un sueco con mucho frío, cómo se come eso? Lo que le pasa es que el tío no se adapta ni patrás: tiene diarrea, no le gusta la comida, todo le parece sucio, no confía en nadie, tiene miedo de todo, y para colmo no habla casi nunca, es medio autista. Así no me extraña que nunca vea nada bien. La cosa es que unilateralmente, y eso es lo que más nos ha cabreado a los demás y hemos decidido ceder sólo por no escuchar más al pepas este, decidieron que no querían estar más ahí. Que se vayan al Hilton coño, pero no, que esto es muy caro y lo otro es muy caro y así todo el rato. Hay gente que se piensa que puede tener lo mejor por el precio más barato. Eso se acabó hace tiempo amigos.
El viaje ha sido pesado por la carretera. Dejando Nuwara Eliya atrás, casi de inmediato empieza el descenso y la carretera, en obras casi todo el camino, se convierte en horrorosa. Los baches, la estrechez, y el tráfico saturado hacen que el trayecto sea muy pesado. Hemos parado varias veces a estirar las piernas y refrigerarnos con frutas, una vez mangos, otra papaya regadita con lima, piña con sal, o guayava con chili, sal y pimienta. Espectacular el contraste de sabores! Pruébenlo.
Aparte he sufrido bastante durante el viaje porque tengo los ojos bastante chungos. Supongo que ayer o en Rambukkana, o en el Baño de elefantes o en el jardín de especias tuve que tocarme con algo, o algo tuvo que caerme en los ojos, ya que me he levantado con un buen hinchazón y bastante picor. Una infección de cojones que a lo largo del día ha ido empeorando. Hemos pensado en parar en algún sitio para que me vieran, que no es que haya muchos por aquí, pero tras parar en una farmacia he comprado una crema antibacteriana y tal y he decidido esperar a ver cómo evoluciona la cosa.
Algo curioso en la zona son los chicos floreros, los vendedores de flores, que se pueden encontrar tanto cuando se sube a Nuwara Eliya como cuando se baja desde ahí hacia Ella. Son chavalillos que se sitúan en medio de la carretera que serpentea a lo Tourmalet y con un grito a lo Tarzán te hacen parar para que les compres un ramo de flores. Flores silvestres preciosas que ellos mismos recogen para sacar unas rupias. Si no les compras y te vas, tras girar la siguiente curva, vuelven a estar en la carretera. Mientras más suben el precio más baja. Es sorprendente y gracioso, escalan rapidísimo, llegando a parecer que hay gemelos vestidos igual cada vez que doblamos en la carretera. Al parecer es un buen extra para los jóvenes, pues ya me dijo Rehana que cuando ella venía por aquí de pequeñita era ya una práctica usual.
Tras unas 3 horas de camino hemos llegado por fin a Ella, otra pequeña villa de montaña que es paso obligado para quien quiere ir al sur o quien sube hacia el norte. Y como se suele decir, no hay mal que por bien no venga. Al pirarnos repentinamente de Nuwara Eliya nos hemos venido antes a Ella, donde pasaremos 2 noches en vez de 1 como teníamos pensado. Y la verdad es que Ella es más bonita, menos fría pero igualmente fresca y agradable y mucho más preparada para el viajero con numerosas casas de huéspedes, restaurantes, conexiones a internet y precios bastante competitivos. Hemos tenido la suerte de seguir los consejos de la Biblia, y tras ver 2 o 3 casas de huéspedes, nos hemos venido a la Rawana Holuday Ella Guest House, un lugar sencillo pero muy limpio, con unas vistas estupendas de las montañas, personal amabilísimo, y sobre todo una comida espectacular.
Ya sé que la comida es un tema muy recurrente, casi perenne diría yo, de las entradas diarias de este muy amado blog mío, pero la referencia de hoy es muy importante porque quiero remarcar que hemos tenido, seguramente, la mejor comida de todo el viaje. Ha sido en el restaurante de la casa, donde nos han preparado una delicia increíble de 12 platitos distintos, rollo tapas, de lujo y a un precio más que bueno, 400 rupias, es decir, unos 2 euros con 80 céntimos, postre incluido. La carta reza así:
Juicy Garlic in coconut and tamarind sauce. Served with boiled or fried spicy rice. Accompained with sweet and sour aubergine, milky lentil curry, ginger kankug or spinach, potato in onion and mint, lime pickle or pineapple chutney, and dessert.
Es decir: jugoso ajo hecho en la salsa de coco y de tamarindo, servido con arroz hervido o arroz frito picante, y acompañado con berengena dulce y agridulce, lentejas al curry, gengibre o espinacas especiadas, patatas a la menta con cebolla, lima macerada o mermelada de piña, y postre.
Sencillamente impresionante y la cuestión es que cuando hemos acabado de comer nos hemos dado cuenta, todo es vegetariano, estábamos disfrutando de sólo verdura como locos como si estuviéramos comiendo el mejor filete del mundo. Increíble pero cierto.
Por la tarde, mientras las mestresas se han ido a hacer unos masajes y unas limpiezas corporales varias con los potingues ayurvédicos de un famoso centro del pueblo, me he dedicado a navegar por la red, relajarme en el restaurante mientras charlaba con los currelas del lugar y me contaban su vida y sus penas, y a intentar recuperar la infección de los ojos con mucho mimo pero que ha ido a peor. Mañana será otro día.

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