Día 30, Negambo - Jaella.
Levantarse en un hotel como Dios manda da un gusto que te cagas. Levantarse de lujo y tener un desayuno de campeón con todo lo que uno pueda imaginar mola mogollón. Pero levantarse como un rey, desayunar como un señor y luego tirarse a la piscina como una sirena ya lo rompe todo, es brutal. Cómo se aprecia lo bueno cuando se ha estado en sitios horribles, eh? Además ha hecho un día que te cagas, al fin, y he podido aprovechar el solete. El mar, bravo como siempre, intratable, así que mojando los pinreles un poquitín vamos sobraos. Así que mientras las madames hacían las compras de última hora en Negambo, yo y el primo de Rehana nos hemos relajado en la pool a lo grande. Un holandés me ha comido la oreja un buen rato, el hombre lleva como 2 semanas solo y quiere charla, pero al hablar de fútbol se ha hecho el longuis un poco, ja! qué grandes somos!
A las 12 hemos hecho el chek out y nos hemos largado para Jaella donde está el Hotel Ramada, un 4 estrellas cerquita del aeropuerto. La verdad es que en el Paradaise Hotel estábamos genial, nos hubiéramos quedado, pero son 50 euros por noche y nos queda poca pasta. Además el increíble Saroj nos ha conseguido noche gratis ahí, así que la propuesta era incuestionable.
El día igualmente ha tenido poca historia. Habitaciones de lujo, tele con canales guapos, piscina sucilla y gym de los de Rocky I. El plan sencillo: comer, descansar, ver la tele, empaquetar y nada más. Eso hemos hecho. Un buen buryiani en Jaella pa comer, vaya descubrimiento este plato típico de musulmanes asiáticos, acompañado por supuesto del postre que toca, la halapula, una especie de flan oscuro, hecho con miel o con caramelo de coco y acompañado de anacardos y plátano. Delicioso. Pelis clásicas y malas rollo Comando de Arnold Schwazeneguer (como cojones se escriba), cervecita Lion y patatas chips de yuca por supuesto, y una buena siesta. Un ritmo guay de verdad. Si hace 3 o 4 días teníamos unas ganas tremendas de volver, sobre todo porque estábamos hartos de estar asqueados en algunos sitios, en los dos últimos días esas ganas han cambiado. Nos quedaríamos una semanita más si fuera así. Pero es imposible, así que pa' casa que nos echan de menos ya.
Mañana Shashi traerá tempranito a los turistas, mucho más tranquilos y menos incordiosos estos últimos días, será porque los tenemos lejos, a nuestro hotel y de ahí iremos al Aeropuerto Internacional Bandaranake de Colombo. Salimos a eso de las 9 y tenemos un largo día de travesía por delante. A ver cómo nos va.
Adiós Sri Lanka!
Levantarse en un hotel como Dios manda da un gusto que te cagas. Levantarse de lujo y tener un desayuno de campeón con todo lo que uno pueda imaginar mola mogollón. Pero levantarse como un rey, desayunar como un señor y luego tirarse a la piscina como una sirena ya lo rompe todo, es brutal. Cómo se aprecia lo bueno cuando se ha estado en sitios horribles, eh? Además ha hecho un día que te cagas, al fin, y he podido aprovechar el solete. El mar, bravo como siempre, intratable, así que mojando los pinreles un poquitín vamos sobraos. Así que mientras las madames hacían las compras de última hora en Negambo, yo y el primo de Rehana nos hemos relajado en la pool a lo grande. Un holandés me ha comido la oreja un buen rato, el hombre lleva como 2 semanas solo y quiere charla, pero al hablar de fútbol se ha hecho el longuis un poco, ja! qué grandes somos!
A las 12 hemos hecho el chek out y nos hemos largado para Jaella donde está el Hotel Ramada, un 4 estrellas cerquita del aeropuerto. La verdad es que en el Paradaise Hotel estábamos genial, nos hubiéramos quedado, pero son 50 euros por noche y nos queda poca pasta. Además el increíble Saroj nos ha conseguido noche gratis ahí, así que la propuesta era incuestionable.
El día igualmente ha tenido poca historia. Habitaciones de lujo, tele con canales guapos, piscina sucilla y gym de los de Rocky I. El plan sencillo: comer, descansar, ver la tele, empaquetar y nada más. Eso hemos hecho. Un buen buryiani en Jaella pa comer, vaya descubrimiento este plato típico de musulmanes asiáticos, acompañado por supuesto del postre que toca, la halapula, una especie de flan oscuro, hecho con miel o con caramelo de coco y acompañado de anacardos y plátano. Delicioso. Pelis clásicas y malas rollo Comando de Arnold Schwazeneguer (como cojones se escriba), cervecita Lion y patatas chips de yuca por supuesto, y una buena siesta. Un ritmo guay de verdad. Si hace 3 o 4 días teníamos unas ganas tremendas de volver, sobre todo porque estábamos hartos de estar asqueados en algunos sitios, en los dos últimos días esas ganas han cambiado. Nos quedaríamos una semanita más si fuera así. Pero es imposible, así que pa' casa que nos echan de menos ya.
Mañana Shashi traerá tempranito a los turistas, mucho más tranquilos y menos incordiosos estos últimos días, será porque los tenemos lejos, a nuestro hotel y de ahí iremos al Aeropuerto Internacional Bandaranake de Colombo. Salimos a eso de las 9 y tenemos un largo día de travesía por delante. A ver cómo nos va.
Adiós Sri Lanka!
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